Vuelven las hombreras, las cinturas de avispa y los pantalones fluidos. Y digo vuelven, porque así es, este año, Balmain nos los propone, pero ¿quién fue un pionero en este estilo?
Claude Montana
Bajo la influencia de los punks y su fetichismo por los uniformes y el cuero, que había observado durante su estancia en Londres, Claude Montana (1945) desarrolló ya a principios de los ochenta el vestido agresivo, actualmente considerado símbolo de los ochenta. Ensanchó muchísimo los hombros y estrechó la cintura al máximo. Sus chaquetas con cuellos enormes, tipo chal abrochaban con un botón y se combinaban con faldas cortas ceñidas o con pantalones que iban estrechando hacia el final.
Y siempre con tacones altos. Dado que todo era de piel, en un principio negra y con ornamentos de metal, se le reprochaba el hecho de crear moda fetichista. Pero posteriormente utilizó colores, principalmente el azul ciruela, y también la piel blanca con bordados en oro, para responder a las exigencias de suntuosidad de los ochenta.
A Montana le encantaba la piel, incluso para su indumentaria personal, y la trabajaba con gran maestría. No en vano hizo su aprendizaje con el diseñador de piel Mac Douglas en París. Con las colecciones de alta costura que diseñó para la casa Lanvin de 1989 a 1992 consiguió el reconocimiento de aquellos que hasta entonces no sabían que pensar de sus creaciones de piel supradimensionales. En 1998, la casa Montana, fundada en 1979, se declaró en quiebra.
Típico Montana: la piel as refinada convertida en fetiche de lujo. En blanco, con los bordados en oro y hombros supradimensionales futuristas.